de Piertoni Russo.
Hace unas semanas, cuando empezó el procés, lo intenté pero no pude entrar. La cola era enorme, los únicos que pudieron asistir de público fueron los que llegaron a las 7:30 de la mañana, dos horas y media antes del comienzo del proceso. Fuera del palacio del Tribunal Supremo -esto sí- igual que hoy, manifestándose, no hubo mucha gente.
Pero hoy en la sala era distinto. Hasta se quedaron asientos libres. He tenido una sensación rara, me ha dado mucha tristeza que haya acusados (o detenidos o presos, o llámales como quieras… es cierto que son personas que han sido privadas de su libertad) que estén pagando con la cárcel las consecuencias del fracaso de un intento de llevar a cabo un proyecto político respaldado por buena parte de la gente que les había votado, pero que ahora se han quedado solos, abandonados, encarcelados.
Lo suyo sería llegar a la plaza Villa de París –sede del Tribunal Supremo- y encontrarse a miles de ciudadanos que cada martes, miércoles y jueves –los días del procés– se manifiesten a favor de la liberación de estos políticos, en nombre de la democracia y del derecho a decidir.
Pero la sensación es que la mayoría de la gente se olvida de lo que supone vivir en un estado democrático, que se olvida también de las responsabilidades que tenemos como ciudadanos, de la necesidad y del deber moral que nos exigiría una participación activa en asuntos que afectan a la totalidad de los que forman parte de una sociedad, y que -si quieren que de verdad cambien las cosas- no pueden limitarse a twittear o compartir en la web su opinión, cómodamente sentandos en el sofá de su casa.
Si luego añadimos que este sistema político actual está lleno de contradicciones, que el mismo Estado que te detiene por intentar defender tu derecho a decidir y por declararte independiente, por otro lado no tiene problemas en reconocer a un político de otro país que se autoproclama presidente durante una manifestación callejera; que ya no sabemos si es mejor actuar como el filósofo Sócrates y ser juzgado y probablemente condenado por tus ideales, o exiliarte al extranjero para evitar la detención y pasar por traidor de la patria. Cada uno da su versión de las cosas, las opiniones abundan y se excede en ofensas, amenazas y cualquier tipo de injuria. Todo esto -como ya dicho- sin hacer el esfuerzo de salir de casa.
Volviendo a los hechos, hoy en el procés ha declarado el lehendakari Iñigo Urkullu, que ha desmentido a Mariano Rajoy y ha detallado su mediación entre el gobierno español y la Generalitat. Urkullu ha declarado que Puigdemont le pidió interceder para intentar llegar a un acuerdo con el gobierno de Rajoy y que hubo muchos encuentros institucionales para intentar desbloquear la situación. Urkullu, a lo largo de estas conversaciones, sugirió a Rajoy cambiar de estrategia, porque se estaba actuando de la manera equivocada, y que todo “se le estaba yendo de las manos”. En los encuentros se presentaron hasta cuatro o cinco propuestas que se basaban en el diálogo, en la metodología y en un acuerdo sobre los temas que debían abordarse en una mesa de negociación. Propuestas que excluían la declaración unilateral de independencia y la intervención con el 155. Puigdemont respondió con una disposición al diálogo y mucha receptividad. Hasta llegó a ofrecer disolver el Parlament y convocar nuevas elecciones. Rajoy tuvo una actitud de escucha, pero no una pro-activa para evitar la intervención por parte del gobierno español.
Luego -como sabemos- la situación empeoró y pasó lo que pasó. Puigdemont recibió presiones por parte de los partidos de su gobierno que formaban la coalición Junts pel Sí, y finalmente frustró el acuerdo, declarando la independencia.
Entre las otras declaraciones de la mañana, destacan las de la Alcaldesa de Barcelona Ada Colau, que ha declarado que “si estamos aquí en el juicio por el 1-O, deberíamos estar millones de personas”, subrayando la gran participación de la ciudadanía al referéndum. Para terminar, las declaraciones de Gabriel Rufián, deputado de ERC, que insistió en que la manifestación del 20 de septiembre de 2017 delante de la Consejería de Economía de Barcelona fue pacífica. Rufián, esta mañana se demostró indignado y dijo que le parecía una vergüenza deber declarar en una sala del Supremo donde estaban presentes representantes de Vox, grupo extremista y xenófobo.
Mientras él hablaba, yo me preguntaba el por qué le pueda molestar tanto estar en el aula con ellos, cuando luego, dejando ERC caer el gobierno de Pedro Sánchez, les ha favorecido y les tendrá, con muchas probabilidades, gobernando. El tiempo –en concreto, el 28 de abril- dirá si me estoy equivocando. Pero, con ellos al poder, hasta llegaremos a echar de menos este asco de democracia.
Contradicciones de nuestro tiempo.