El expresidente de Uruguay recoge un premio de poesía en España y encanta con sus nobles palabras
de Piertoni Russo.
El expresidente de Uruguay José Mujica fue premiado el pasado 22 de agosto en La Zubia (Granada) por ser “la expresión de la política hecha poesía”. Y Mujica, con gran humidad, aceptó acudir a este pequeño municipio de Andalucía, que le preparó una acogida maravillosa e impecable en un evento que se quedará en la historia de esta localidad y del certamen de poesía en El Laurel.
Una velada en la que se agotaron las entradas, gratuitas, para poder acudir a ver y escuchar a quien se ha convertido en un referente mundial de otra forma de hacer política, actuando de manera humilde al servicio de la gente.
El político suramericano, en su largo y encantador discurso de agradecimiento, recordó que ante todo, él es un ser humano, y además es un ser utópico. Su utopía se basa en una revolución, que debe ser especialmente cultural, porque si no cambia la cultura, no puede cambiar nada.
Mujica subrayó los aspectos negativos de la sociedad actual, que “solo aumenta las desigualdades entre los hombres y que nos está llevando a sucumbir a las leyes del mercado, convirtiéndonos en compradores compulsivos, que solo quieren conseguir los productos nuevos que aparecen en el mercado”. Productos que en un primer momento son un lujo, pero que luego se convierten en necesidades que obligan al hombre a trabajar sin límites, para obtener el dinero para comprar todos estos bienes de consumo que en realidad son innecesarios.
Además –advirtió Mujica- estos lujos tienen otra consecuencia negativas para el hombre y este nuevo coste que tenemos que asumir es muy alto.
El político uruguayo se refería a cómo todas estas dinámicas estén llevado a una crisis ecológica enorme para el planeta, y que esta crisis exista por la incapacidad política de tomar decisiones a nivel mundial. “La tierra –siguió “Pepe”- no es infinita, tiene límites, pero es nuestra visión la que no tiene límites. Estamos desatando fenómenos de carácter planetario que no podemos dominar y luchamos por sobrevivir, aunque sepamos que al final vamos a perder este partido”.
Mujica recordó que en la sociedad contemporánea están aumentando las diferencias entre los pobres y los ricos, y que finalmente solo estos últimos podrán permitirse todos estos privilegios que conlleva el progreso. Se trata de un mundo injusto y desigualitario y –continuó Mujica- “se espera que por lo menos la democracia de la muerte siga existiendo para todos”.
El político defendió su amor por la vida, porque – según él- “el único verdadero milagro es el haber nacido. Y si la vida es lo más importante, no deberíamos pensar obsesivamente en el crecimiento económico, sino deberíamos preocuparnos por los verdaderos valores de la vida: el amor, el cuidado de los hijos, un puñado de amigos y el tiempo para cultivar los afectos”.
La felicidad –continuó el expresidente- no es algo que se compra; es algo que se siembra, pero que no te la regalan, la debemos pelear constantemente.
Lamentablemente, si convertimos el trabajo en un medio que solo sirve para cubrir nuestras necesidades materiales, solo nos convertiremos en sujetos sometidos a las leyes del mercado. Y de esta manera sacrificaremos los afectos, que son lo más elemental de la vida y que estamos permanentemente menospreciando.
Mujica defendió que “las cosas materiales no generan cariño o sensibilidad; estos dos afectos solo los puede crear y trasmitir el ser humano”. Para terminar, animó a cultivar la poesía, que narra la hermosura de nuestra vida, a pesar de sus amarguras.
Palabras sabias e impactantes que convirtieron esta velada en una noche inolvidable, y que abrieron un espacio de reflexión entre los asistentes. Una noche de poesía, humildad y sabiduría.