de Piertoni Russo.
Eugenio Barba (Brindisi, 1936) -director de teatro y fundador del Odin Teatret, y creador del concepto de antropología teatral– cerró el festival Territorios Teatrales Transitables, organizado en Madrid por la compañía Residui Teatro.
En el acto de cierre, en la Resad, en director se detuvo a hablar sobre el grupo teatral, sus características y sus funciones. Aprovechando la diversidad de grupos que participaron en este festival y sus diferentes estrategias teatrales, se preguntó qué es lo que une a todas estas realidades tan diferentes.
¿Qué es un grupo teatral y en qué se diferencia de una compañía?
Barba cree que lo que caracteriza esencialmente un grupo teatral es el autodidactismo; lo que llamamos “entrenamiento”. Debemos recordar que esta palabra, que viene del inglés, significa “un período de aprendizaje”, destinado a terminar. Cuando el Odin comenzó, recuerda que comenzaron con ejercicios, empezando el aprendizaje para ser actor y preparar espectáculos, con un didactismo kinestésico, en movimiento -es decir que uno aprende haciendo. El aprendizaje kinestésico caracteriza el oficio del actor, porque todo se aprende a través de movimientos, y que no se puede aprender a través de los libros. Fue esto lo que caracterizó la experiencia del Odin, que comenzó en 1964.
En aquellos años hubo una ruptura histórica, con nuevas energías que cambiaron la sociedad. Era el 1968, cuando la juventud asumió una responsabilidad rebelde e intentó abatir todos los que eran los privilegios de los viejos barones. En aquellos años, empezó a surgir esta grande transformación. Los jóvenes fueron aquellos que alimentaron el desarrollo económico de la Europa de los años ’70. En este momento de rebeldía con el teatro tradicional, que era el único modelo que existía, empezó un cambio, con la llegada de extraños dramaturgos que escribían piezas muy absurdas. Este teatro fue justamente llamado teatro del absurdo. Entre ellos, Roger Blin, con Esperando Godot. Y el mismo Blin había trabajado con Artaud, y era uno de estos outsider del teatro, una isla aislada en estos futuros archipiélagos del teatro.
En 1968 encontramos grandes maestros del teatro, directores excepcionales inspirados por Brecht, que unos años antes había abierto el Berliner Ensemble. Se estaba creando una nueva visión del teatro, a partir de la visión de Brecht. Estos nuevos directores daban al teatro una verdadera función de servicio público, y dieron el empuje para que existieran ministerios de cultura que empezaron a considerar el teatro como algo a subvencionar. Además, había pequeños teatros que hacían experimentación, entre ellos el Teatro de la Huchette de París, que todavía hoy está representando una pieza de Ionesco.
El 1968 introdujo en el universo teatral el fenómeno de una invasión de jóvenes que querían hacer teatro, pero que no querían ir a las escuelas teatrales, no querían aprender el oficio, no querían ser pagado o contratados por los teatros. Ellos solo querían hacer teatro y tenían el objetivo de transformar o la sociedad o el mismo ser humano. Y el teatro era el vehículo que permitía esta trasformación. Estos actores eran todos autodidactas y no conocían nada de la técnica, de la declamación y de la tradición actoral. Eran como perros salvajes, pero estaban súper motivados.
Esto pasó tanto en Europa como en América Latina, donde el fenómeno fue aún mayor porque allí no tenían una tradición de teatro. Allí todo se basaba en el teatro independiente, especialmente el teatro estudiantil de las universidades. Hijos e hijas de burgueses que empezaban a hacer teatro en la universidad, con una visión bastante subversiva. Es en este panorama que empezaron a aparecer los que se definen los grupos teatrales.
En los grupos de teatro, el aprendizaje no solo te enseña un saber hacer, sino también te inyecta algunos valores. No existe aprendizaje sin asumir unos valores. Estos valores no solo son presentes, sino son tácitos. No se habla de estos valores. Y el teatro se convierte en un refugio, donde no solo están los rechazados, echados de otras escuelas de teatro, que luego se reúnen para crear otro grupo teatral. Hay también grupos que se crean a partir de otros grupos, como por ejemplo pasó con algunos miembros del Cirque du Soleil, con miembros de la escuela de Jacques Lecoq, que llegaron a crear su propio grupo. Esto pasó porque este famoso aprendizaje, este famoso training, este ejercicio kinestésico, permitía mantener este vínculo que es fundamental en un grupo de individualistas, que pueden mostrar su individualismo en un trabajo colectivo. Esto pasa en cualquier forma de teatro, sea tradicional o experimental. Tradicional o experimental solo son categorías que utilizamos para orientarnos. Hasta el 1968, se podría hablar de una única categoría, mientras que ahora el panorama del teatro está constituido por una selva obscura de teatros, que tienen técnicas, objetivos y públicos diferentes.
Sin embargo, en todas estas muchedumbres de formas teatrales, encontramos el mismo ADN. Es la nobleza del teatro y la necesidad de conseguir una ganancia. Y, en el caso de que el grupo teatral esté situado en países gobernados por regímenes dictatoriales, que dicen que el teatro es importantísimo, la ganancia consiste en el hecho de que tú tengas que seguir las normas que la dictadura impone. Era esta la extraordinaria experiencia hecha en Polonia, donde pasaba algo extraordinario. Si cualquier persona de teatro, inmediatamente se pone a hablar de su situación económica, esto en Polonia no pasaba nunca. Allí se quejaban de la censura o de no poder viajar al extranjero, pero cada uno de ellos recibía un buen sueldo, y el teatro polaco se llegó a convertir en uno de los mejores de todos los tiempos.
Otro aspecto importante en el grupo de teatro consiste en la efimeridad de las relaciones. Toda la historia de los actores de teatro nos enseña que los actores firmaban unos contratos, habitualmente de dos años, para luego acabar el contrato y separarse. Fue Stanislavski que pensó o inventó lo imposible, pensando que el teatro es un conjunto de actores que tenía una afinidad de visión estética y ética. Lo que estaba diciendo era algo profundamente provocador. Creó todos sus estudios en su pequeño laboratorio donde un nuevo tipo de actor podía nacer. Comienza un nuevo tipo de aprendizaje que rompe con lo que había sido el aprendizaje por imitación que existía en aquellos tiempos.
Los grupos de teatros están caracterizado por el deseo de romper con este efimeridad. Cuando un actor se une a un grupo, no escribe un contrato, solo podemos hablar de una relación que se basa en la confianza. Luego, la mayoría de los grupos que han convivido durante varios años, desaparecen. Pero es interesante que en un grupo existe un tipo de aprendizaje especializado en no ser solo un actor. Comienzas a ocuparte de toda otra cosa. Se trata de inventarse nuevos trabajos. Trabajar con los niños, en las salas, con los presos, en los ministerios de cultura para demostrar ser un verdadero teatro, aunque tengas pocos espectadores. Es esta una diferencia fundamental entre el grupo de teatro y los demás teatros. El teatro de grupo es un sistema de producción que no se limita solo a representar un espectáculo. Los actores de un grupo de teatro son actores que aprenden y al mismo tiempo son maestros, que asumen la responsabilidad de pasar una sabiduría y un conocimiento corporal a los demás, y sobre todos tienen sueños. Pero los sueños y las ilusiones no duran. Más un grupo vive, más se vuelve viejo y tiene cadáveres de ilusiones detrás de si. El teatro es resistencia, es decir no a la sociedad. Es esta la belleza de los grupos de teatro. La fuerza, el fuego, la chispa que has sabido crear con tu trabajo, tienes que entregarla. Hay generaciones que luchan sin ilusiones, y otras que luchan con ilusiones. Las dos perderán la batalla, pero no es necesario esperar para poder hacer.