Un concepto “anticuado”, que los gobiernos han dejado de contemplar: el derecho a decidir, por parte de los ciudadanos, sobre el futuro de una nación.
Votar a un partido político, no importa si de derecha o de izquierda, delega automáticamente a este partido político a representar al ciudadano en las Cortes generales. Y demasiadas veces los partidos se olvidan de cuál es la voz y la voluntad del pueblo y gestionan “la esfera pública” de un estado como si fuera un asunto privado.
El 2 de junio de 2014 el Rey Juan Carlos anuncia la decisión de abdicar del trono, a favor de su hijo, Felipe de Borbón y Grecia, que será proclamado Rey el próximo 19 de junio en Madrid.
Una decisión que, según un gran número de españoles, cierra el ciclo histórico que empezó el 22 de noviembre de 1975, tras la muerte de Francisco Franco y el fin de la dictadura. Abdica el Rey de la transición española, desde el régimen dictatorial al estado social y democrático. Y abdica un símbolo que, 38 años después, ha visto disminuir enormemente el apoyo por parte de sus súbditos.
Una abdicación que ha abierto un debate serio y lógico sobre la eventualidad de pasar de súbditos a ciudadanos: el pasaje de la monarquía a la república.
En los últimos días los españoles han salido a la calle para manifestarse a favor de un referéndum sobre la elección entre monarquía y república. Un referéndum que no está contemplado por la constitución y que no recibe el apoyo de los principales partidos políticos del país, el PP y el PSOE.
El PP está en contra de un cambio de la forma de organización del estado español. Pero, el partido de gobierno se dice a favor de una eventual propuesta de reforma de la constitución, siempre que haya debate y votación en el Congreso, donde, sin embargo, la mayoría absoluta, formada por los diputados del PP, está lista para rechazar la moción de reforma de la constitución.
El PSOE se limita a decir que este no es el momento adecuado para entablar este debate y se declara a favor de la inminente coronación del nuevo rey.
Solo algunos grupos políticos como IU y varios movimientos ciudadanos como “Podemos” y “¡Referéndum Ya!”, presionan para que se convoque un referéndum que permita a los ciudadanos decidir sobre el futuro de España. Un referéndum que, de momento, parece muy improbable, y que no afectará la inminente coronación del nuevo Rey Felipe VI, pero que será un recurso indispensable para decidir el futuro de la monarquía.
Ayer, siempre en nombre del referéndum, se volvió a llenar la Puerta del Sol de Madrid, donde una nueva marea ciudadana cantó y gritó contra la monarquía, pidiendo una consulta popular y democrática. Una consulta que, de momento, resulta improbable, pero que seguramente debería acabar en la agenda política de los principales partidos de gobierno, visto que sería inaceptable dejar nuevamente desatendida la voluntad del pueblo.
Después del debate sobre el referéndum para la independencia de Cataluña, en España se cuestiona y se revindica nuevamente la necesidad de dejar elegir a los ciudadanos a través de una consulta pública. Desde el fallecimiento de Franco, solo se han celebrado dos referéndum nacionales – el referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN en 1986 y el de la Constitución Europea en España en 2005. Sería el momento de dejar la palabra al pueblo español, para tomar una decisión así importante sobre el futuro de su país.