– Pichi y Avo, para empezar, ¿cómo os describiríais como artistas?
Supongo que somos artistas visuales. Que venimos ambos del mundo del graffiti y tenemos inquietudes parecidas. Además, que nos gusta mucho experimentar y, sobre todo, nos encantan los procesos creativos.
Pichi empezó en 1994-1995, yo (Avo) empecé a principios del 2000, y hemos vivido esa parte del graffiti desde los 80. Al mismo tiempo nos gusta el arte clásico. En Valencia tenemos mucha cultura grecorromana y, a través de esa cultura, entendemos un poco cómo somos a nivel de civilización, cómo somos a nivel de seres humanos. Es una identidad que nos define y que creo que se plasma en nuestras obras.
Además, en Valencia afortunadamente hay una escena artística que es muy potente. Eso hace que estemos conviviendo con otros artistas y nos permite nutrirnos de una energía que contagia.
– ¿Cómo llegasteis a plantear la posibilidad de fusionar el arte clásico griego y el arte urbano?
De una manera natural. Fue el resultado de una búsqueda de un estilo, de algo que pudiera ser original y que te identifique como la persona que eres. Y que te haga sentir realizado también. Veníamos de unos años que nos centrábamos en la técnica, y estábamos muy enfocados en este aspecto, en conocer la técnica del spray, en conocer las técnicas de pintura y demás, pero sin tener un estilo muy definido.
Llegó un momento que, casualmente, encontramos esta fusión que nos identificaba como personas, sin olvidarnos del graffiti. Hay artistas que vienen del mundo del graffiti, pero que después de una maduración artística, se olvidan del graffiti.
En cambio, nosotros gracias al encuentro del estilo Pichiavo recuperamos ese graffiti.
Trabajar a nivel estético con el graffiti es un reto porque estéticamente está muy marcado. Trabajarlo y llevarlo a otro punto nos intriga, y por eso seguimos trabajando y trabajando. Y luego la parte clásica, que es difícil incorporarla porque estamos cogiendo cosas intocables, que son parte de nuestra cultura.
– En vuestra creación ¿empezáis con una base de graffiti y luego pintáis el arte clásico?
Actualmente sí. Al principio lo hacíamos diferente, pero ahora primero le damos una base de pintura de color, de pared, y luego jugamos con el background de los graffitis, para finalmente comenzar a trabajar con la parte clásica.
Es el resultado de estos diez años que llevamos trabajando con esta temática y sobre todo de trabajo en el exterior. Al principio no nos sentíamos cómodos, por el impacto con la gente. Antes hacíamos primero la figura clásica, para luego incorporar los graffitis.
Pero en este caso la sorpresa es menor. Luego nos dimos cuenta de que creábamos más impacto visual en el entorno haciendo un golpe duro de graffiti. Eso impacta mucho más y la gente no lo entiende y no lo procesa. Luego, a partir de ahí, enseñas que la obra tiene un proceso. Nos resulta muy interesante el enseñar que una obra pasa por muchas fases, tiene su vida y va cambiando. Y que los primeros días no determinan la obra, y la gente se tiene que esperar al resultado final.
– ¿Cuáles son los principales desafíos a los que os enfrentáis al trabajar en proyectos de gran escala?
Es muy complicado y depende del tipo de proyecto. Hay proyectos públicos o proyectos privados, y se enfocan totalmente diferente. Te tienes que enfrentar al clima, al tipo de cultura donde estés, y hay muchas pequeñas cosas que debes tener en cuenta.
Sobre todo las culturas. No es lo mismo trabajar en Estados Unidos que en Europa, o en Asia. Y en cuanto a la infraestructura, depende de muchos factores, desde el tipo de grúa que vayamos a usar hasta las medidas del muro.
Nosotros no somos muy amantes de las grandes medidas, pero hubo un momento que parecía que todo el mundo se pensaba que a nosotros nos encantaba pintar las grandes superficies. Y a veces piensas, estás ahí arriba y dices, ¿por qué me habré metido en esto? Lidias con la parte creativa, con la parte de producción, con la parte personal de los miedos que puedas tener.
– ¿Podéis elegir los espacios?
Tratamos de elegir el espacio. Siempre te dan opciones o intentan que haya opciones. Nosotros intentamos siempre que la obra se vea beneficiada y que el espacio también se vea beneficiado. Claro, lidias con esas cosas porque la ciudad no es tuya. Entonces, ver todas las posibilidades también es una parte del proceso. Afortunadamente, tenemos un equipo para eso, que nos ayuda a gestionar estos aspectos, para poder centrarnos nosotros en la parte artística.
– ¿Cómo ha evolucionado según vosotros la percepción del arte urbano en los últimos años?
Yo creo que la gente ha entendido que ese carácter peyorativo que tenía en sus inicios ya no lo es tanto. La gente está más acostumbrada a ese tipo de arte y se da cuenta de que es un arte de hoy en día y que va a estar sí o sí. Ha evolucionado de cara a la normalización de una actividad artística.
En cuanto a la estética -lo hemos comentado muchas veces en el estudio- hay una amabilidad artística dentro del movimiento porque estamos trabajando en espacios públicos. Nosotros muchas veces nos cuestionamos esa estética, porque se podría pintar también algo grotesco, y debería estar aceptado. Sin embargo, si expuesto en un museo no pasa nada, mientras que en una ciudad no estamos acostumbrados a aceptarlo.
Nosotros, por ejemplo, nos planteamos los murales rotos de diáspasis y hay gente que piensa: “¿por qué ahora rompéis el muro? Si el muro estaba tan bonito”. Sin embargo, cuando voy a un museo a ver una escultura clásica, aunque esté rota, la veo bonita.
Es un debate estético. Piensa en imaginarte a la Victoria de Samotracia con cabeza y brazos.
Yo la quiero como está ahora.
– Vosotros mismos, estáis intentando innovar y buscar nuevos caminos artísticos: las obras con intervenciones de luz ultravioleta o, influenciados por Vhils, las obras fragmentadas y con martillo perforador. ¿Qué nos podéis contar sobre estas experimentaciones?
Estamos desarrollando cositas nuevas en el estudio, creo que es la parte divertida de nuestro trabajo, el arriesgarse a hacer cosas diferentes.
Tal vez el artista tenga miedo a que estas innovaciones no funcionen. También a nivel de mercado. Pero afortunadamente somos dos. Cuando yo tengo miedo, él tirará para adelante. Y cuando él tiene miedo, yo lo estaré motivando. Es una parte muy interesante del trabajo en dúo. Porque la obra está más nutrida de opiniones, de idas y venidas, de conceptos.
– Habéis tenido la oportunidad de colaborar con otros artistas ¿Cómo surgen y qué tal fueron estas experiencias? ¿Es complicado, a nivel artístico, hacer una colaboración? ¿Qué cambios supone?
Las colaboraciones con artistas se dan siempre de una manera natural, porque lo primero que buscamos es ser amigos. Y una vez que tienes esa amistad…
Pero al final lo difícil es cuadrar los tiempos, cuadrar los momentos.
Lo que buscamos es que haya como una intimidad dentro de la colaboración. Una confianza. Sentimos que funciona mejor si hay una interacción mucho más allá de lo estético. Y creo que en la obra se nota también. Si hay más confianza, creo que al final, arriesgas más, entiendes a la otra persona.
– El mercado del arte está en un mal momento, después de unos años de especulación muy fuerte. ¿Os influye en vuestro trabajo? ¿Lo estáis notando?
Es que siempre ha sido así, el arte tiene subidas y bajadas. Pero nosotros no queremos verlo. Y como artista tampoco te tienes que fijar. Queremos centrarnos en la parte artística.
Somos conscientes de cómo es el mercado. Pero es lo que decíamos antes. No nos tiene que frenar eso para crear.
Nosotros tenemos que seguir creando y tenemos que seguir haciendo cosas. Este año hemos creado obras que, comercialmente, seguramente son más difíciles de vender. Pero lo hemos hecho esto este año porque nos ha apetecido disfrutar. Simplemente.
Hemos hecho obras sin pensar en su destino. Y sin pensar en lo que queremos vender o no.
Por ejemplo, ahora hemos sacado un libro. Yo no sé si es el mejor momento o el peor momento para sacar un libro. Pero nos ha apetecido hacerlo.
Afortunadamente, hemos contado con las personas adecuadas y hemos podido sacarlo. Entonces, oye, ¿por qué no? Si nos sale bien, bien. Que no nos sale bien, el libro sigue encantándonos y estamos súper orgullosos de este trabajo.
– El mercado del arte está condicionado también por las guerras. Masacres, genocidios, políticos sin escrúpulos y sin piedad. Si lo tuvierais que representar todo en una obra que os lleve al pasado, al mundo clásico, ¿cuál sería la imagen que mejor representaría este momento?
Creo que hay obras que ya representan eso. Hay artistas pasados que lo han hecho muy bien y artistas actuales que lo bordan. Y yo cuando un amigo toca ese tema y lo borda, yo no puedo aportar una cosa cuando él ya lo hace excelente.
A mí me viene a la cabeza una obra que no es pictórica, sino una obra que hemos trabajado cuando hicimos la falla del Ayuntamiento de Valencia. Se trata de una obra literaria, de Aristófanes, que es La Paz. Quiere decirnos que la sociedad es la encargada de cambiar las cosas. Y que los ciudadanos son los que tienen esta responsabilidad. Me parece una obra brillante.
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