de Piertoni Russo.
La política del Twitter (ahora X), del desprecio, de las acusaciones infundadas. Políticos que actúan con la impulsividad de los adolescentes, sin preparación adecuada y sin interesarse por el bien común.
Platón, unos de los primeros filósofos de la historia, en su obra ‘República’, pedía una formación específica, hasta los 55 años, para quienes quisiesen llegar a gobernar: convertirse en rey filósofo, una persona sabía y preparada. Porque, según el filósofo griego, lo más importante es el bien común, la realización del individuo que sólo se puede lograr dentro de la sociedad. Para gobernar era indispensable apartar los intereses individuales y pensar solo en el bien de los ciudadanos. Platón hasta llegó a imponer unas restricciones a los gobernantes, que no podían casarse y tampoco tener bienes proprios. Una solución radical para evitar que el individuo que llegase a gobernar pudiese actuar de manera oportunista, pensando sólo en sus propios intereses.
Este sistema platónico es cuestionable. Aunque fuese un sistema organicista, donde cada uno se siente parte de esta sociedad, como un organismo donde nadie es superfluo y todos son indispensables, por otro lado, impone una serie de condiciones y obligaciones que lo convierten en un sistema autoritario. Y los autoritarismos nos alejan del ideal democrático.
Sin embargo, este sistema teorizado por el filósofo griego nos hace reflexionar sobre la política actual, y nos demuestra que, en la política de nuestros tiempos, se ha perdido el verdadero espíritu de la política. Si gobernar es un arte, una destreza que necesita una gran preparación, conocimientos y habilidades, en la actualidad sólo nos estamos alejando de esta labor, gobernados por personajes de cuestionable maestría, que están deteriorando los principios de una sociedad libre y democrática, basada en la tolerancia, en el diálogo y en la inclusión del otro.
Una deriva antidemocrática está arrastrando a siempre más países de los cinco continentes, donde los intereses o delirios personales de sus gobernantes – Netanyahu en Israel, Putin en Rusia, Meloni en Italia, Milei en Argentina, Orbán en Hungría, Kim Jong-un en Corea, Biden en Estados Unidos, donde además es siempre más probable el regreso de otro enajenado como Trump- están convirtiendo al sistema geopolítico mundial en un polvorín muy difícil de controlar.
La incapacidad de aceptar una derrota democrática en las urnas, intentando desestabilizar de cualquier modo un resultado electoral lícito, como hizo Trump en 2021 después de haber perdido las elecciones, derrotado por Biden, o como están haciendo en España el dúo conservador Abascal-Feijóo, para destituir ilegítimamente a Pedro Sánchez, nos impone una reflexión sobre los que está ocurriendo a escala global. El comunicado del pasado 3 de mayo de la Oficina del Presidente argentino Milei –amigo de líder de los extremistas de VOX- ataca abiertamente al gobierno español, acusándole de «poner en peligro» la unidad de España «pactando con separatistas», a las mujeres «permitiendo la inmigración ilegal de quienes atentan contra su integridad física» y a la clase media, por las «políticas socialistas que solo traen pobreza y muerte». Una campaña del desacredito que supera los límites nacionales e interfiere en la soberanía de un Estado.
Sin olvidarnos del nuevo rol de los medios de comunicación, que lejos de tener una labor de información, se han convertido en una herramienta de partido, manipulados según sus propias exigencias. Finalmente, el espacio de diálogo, que lejos de estar en el foro, en el congreso de los diputados, en las asambleas ciudadanas, se ha desplazado a la web, que ya no es un espacio de diálogo, sino un lugar de desprecio, sectarista, donde no se busca el punto de vista alternativo, para poder consensuar con ello, sino lo más afín a tu ideología, para reconocerte, para sentirte más fuerte.