Entrevistas

Òscar Camps: “Salvar una vida es un acto maravilloso que no debe ser criminalizado”.

de Piertoni Russo.

El fundador de Proactiva Open Arms, la ONG española dedicada al rescate de migrantes en el mar, nos ayuda a dar claridad a todo lo que está ocurriendo en los últimos años: la cuestión de los inmigrantes, los incumplimientos de los convenios internacionales, y la falta de grandes estadistas y políticos valientes, dispuestos a buscar soluciones que respeten la dignidad y los derechos de los migrantes.

En estos dos últimos años se ha hablado casi exclusivamente de la pandemia, y los medios de comunicación apenas han hablado de los emigrantes. ¿Aproximadamente, cuántos movimientos migratorios y cuántos rescates ha habido por parte de Open Arms y otras ONGs en el Mediterráneo en estos últimos dos años? Y ¿cuántas personas han fallecido?

Estos datos son siempre aproximados, excepto los rescatados por las organizaciones humanitarias que sí nos pueden dar datos reales. Pero poco sabemos de los que no llegan. No sabemos cuántos salen cada día, no sabemos cuántos son devueltos a Libia, porque Libia tampoco es que sea un estado transparente. Sí podemos decir cuántos son los que han llegado a tierra, que llegan a Lampedusa o a Malta o a Sicilia o al sur de España. Actualmente, hay entre 14 y 16 flujos marítimos migratorios en el mundo. No solamente el Mediterráneo central. En el Atlántico podemos hablar de 4.000 muertos y desaparecidos en este último año. En el Mediterráneo central otros 2.000, y otros más en el Egeo. Por otra parte, tenemos flujos migratorios en Asia, desde Myanmar hacia Bangladesh. Los flujos migratorios no se detienen, no entienden de pandemias. Sobre todo en África siguen teniendo todo tipo de pandemia, desde el SIDA hasta la malaria, y no solamente la Covid-19.

Nosotros hemos salido este año en seis ocasiones, algunas con el Astral y otras con el Open Arms. Ha sido un año difícil y estamos hablando de miles de muertos, de demasiados muertos. Lamentablemente, sigue siendo necesaria la presencia de la flota humanitaria en el mar. El mar es algo oscuro y hay que estar allí para saber lo que ocurre. En las seis ocasiones que hemos salido, hemos sido testigos de muchos actos que incurren en el delito, contra convenios internacionales y contra los derechos humanos.

Para entender mejor la situación socio-política actual, que obliga a mucha población a emigrar desde diferentes países, ¿cuáles son los mayores conflictos que están favoreciendo el flujo migratorio?

Estamos hablando de situaciones diferentes. No se trata de un conflicto solo. A veces se trata de sufrir violencias por parte del Estado Islámico, y otros tipos de persecuciones. Por ejemplo, en el África subsahariana tenemos flujos migratorios importantes. Y no todos llegan a Libia o a la costa. Hay miles de cuerpos enterrados en el desierto, a lo largo de las rutas migratorias. La externalización de fronteras por parte de la Unión Europea y la utilización de países como “guardianes”, que conlleva la militarización de estos países, está llevando a un número enorme de muertos. Nosotros hablamos mucho de África, pero no hay que desdeñar México y la presión migratoria que está sufriendo Norte América por la llegada de migrantes desde Centro y Sur América. Estamos hablando de una situación compleja global, que deberíamos resolver a nivel global, no solo a nivel de Europa. Hay que ser conscientes de esta situación y algo habrá que hacer con los convenios internacionales y con los derechos humanos. Necesitamos vías seguras y legales para poder pedir asilo y refugio. Con nuestra actitud solo estamos mandando todas estas personas hacia el crimen organizado, hacia las mafias, porque no tienen otra salida. 

Usted fundó Proactiva Open Arms en el año 2015. ¿Qué ha cambiado en estos 7 años? Los gobiernos cambian y con ellos las ideologías, y es evidente que ha habido muchos que se os han enfrentado y os han obstaculizado en vuestro trabajo, pero cree que ¿nos encontramos ante un Europa más egoísta o más solidaria?

He visto un cambio a peor. La situación empeoró a partir del 2018. Desde el 2015 hasta el 2018 todavía había cierta intención de proteger la vida en aguas internacionales. Pero, desde febrero/marzo de 2018, con las elecciones en Italia, la coordinación o el desentendimiento de la Guardia Costiera italiana, que hasta esta fecha coordinaba todos estos efectivos en el mar, ha cambiado la situación, y todo se ha convertido en dificultades, criminalizaciones, bloqueos administrativos a los barcos, y ha quedado mucho más patente la inacción deliberada de la Unión Europea, respecto a la crisis migratoria y respecto a la protección de la vida en el mar. En 2015 había dos o tres misiones militares en el mar que colaboraban con el rescate, pero ahora mismo ni la Guardia Costiera italiana sale de sus aguas territoriales, a no ser que sea apercibida por los barcos humanitarios internacionales que denuncian la inacción o que están pidiendo auxilio para estas personas. Pero si no hay testigos, lamentablemente no hay intervención.

La parte que quizás ha mejorado es que se ha conseguido sensibilizar muchísimo más la población civil y la ciudadanía, y empieza a haber otro discurso que no es el racista y el xenófobo, y también una mayor presión por parte de la ciudadanía. Y cuando la ciudadanía presiona, empieza a haber cambios políticos.

Los países europeos más afectados por la llegada de estas pateras desbordadas de emigrantes, han empezado a financiar a los países de la costa africana para evitar que estas pateras lleguen a las costas europeas. Pagar y no rescatar. ¿Es una vía legal o va en contra de los convenios y derechos internacionales?

Cuando a mí me hablan de traficantes de personas, yo me pregunto: si traficar con las personas es intercambiar dinero por facilitar la movilidad de personas o no, ¿cómo les llamaríamos a los presidentes de los gobiernos que pagan a otros presidentes de otros gobiernos, para que alteren o modifiquen los flujos migratorios? Estamos hablando de países de dudosa garantía democrática, que vulneran los derechos de estas personas. ¿Qué definición tiene este acto tan deliberado de pagar para que no vengan? ACNUR lo denuncia, Naciones Unidas lo denuncia, y se sigue haciendo. No sé si el traficante es el pobre pescador que se mete en este entramado o el gobierno que deposita muchos millones para pagar otro gobierno, para que evite que la gente salga. Esta dinámica me parece grotesca porque me parece entrar en un negocio donde la extorsión está a la luz del día. Erdoğan (Turquía) extorsiona a Europa, Mohamed VI (Marruecos) extorsiona a España, y Libia extorsiona a Italia.

Creo que estamos bastante ciegos todavía, pero tarde o temprano la historia va a pasar factura, y se relatará con las palabras adecuadas y con los adjetivos adecuados.  Creo que el Tribunal de la Haya tendrá muchas visitas dentro de quince o veinte años.

¿Se denuncian estas situaciones de incumplimiento de los convenios internacionales, y en el caso de que se haga, cómo acaban estos juicios?

Nosotros hemos denunciado todo lo que hemos visto y lo que hemos podido. Seguimos denunciando y documentando todas las vulneraciones de las que somos testigos. Algunas de ellas han servido para que la justicia italiana incluso castigue a capitanes de barcos que han participado en devoluciones en caliente con un año de cárcel, o incluso hemos sentado al ex primer ministro italiano, Matteo Salvini, en un juzgado de Italia por presunta prevaricación, difamación y secuestro.

Si todos hiciéramos lo mismo y utilizáramos la vía legal, quizás, más tarde o más temprano, la justicia actúa y veríamos resultados. Lo que sí que es cierto, es que nos han criminalizado mucho, pero no tenemos a nadie juzgado ni detenido, y sí que hay algún otro político que está siendo juzgado y algún otro guardacostas libio que está en la cárcel por tráfico de personas. Las acusaciones que vierten sobre las ONGs acaban siendo solo una noticia, nunca acaban en una condena, porque realmente no se está cometiendo ningún delito. Estamos cumpliendo estrictamente con los convenios internacionales, con la Constitución Italiana, con la Constitución Española y con los Derechos Humanos.

De Orbán a Vox, pasando por Salvini y Trump. La solidaridad tiene muchos enemigos poderosos. Sin embargo, los políticos cambian,  pero los ciudadanos siguen siendo los mismos. ¿Por qué una parte de la población respalda estos actos de intolerancia? ¿Somos malos o nos dejamos manipular? ¿No aprendemos nunca de los errores del pasado?

Hay poca memoria sobre el pasado. También tenemos que poner parte de responsabilidad en algunos medios de comunicación que ponen todos los altavoces al servicio de algunos grupos minoritarios. Estos grupos racistas y xenófobos de extrema derecha no son mayoría, pero tienen acceso a un altavoz muy grande. Hay parte de la ciudadanía que no tiene la información necesaria para tener su propio discurso, y que se acoge a este discurso fácil que hay en la calle, contra la inmigración y contra lo que no conocemos. Y este discurso cala porque es muy fácil y porque estamos pasando por una situación adversa y por una crisis económica. La gente está descontenta en general, tenemos políticos mediocres, no hay grandes estadistas, echamos en falta políticos valientes. Estamos delante de una política muy mediocre y muy actualista, más pendiente de sus 4 o 5 años de gobierno, que no de comprometerse en decisiones que pueden ser más o menos complejas, como por ejemplo el tema de la inmigración.

El tema de la inmigración tendrá que resolverse en las próximas dos décadas, porque Europa envejece a una velocidad espantosa, necesitamos emigración pero este discurso no aparece en ninguna parte. ¿Cuándo se dirá que no tenemos nacimientos y que en los próximos quince años vamos a necesitar siete millones de emigrantes para poder sostener económicamente los países? Se habla mucho de que la emigración no es buena y es excesiva, cuando en realidad el porcentaje de la población africana que llega a Europa es muy pequeño. No tenemos tal presión migratoria. Nos alarmamos porque en un año pueden llegar 100.000 personas, cuando en México, por ejemplo, llegan 120.000 en un mes. En Europa hay mucha demagogia.

En su opinión, ¿cómo está actuando el gobierno español para aportar soluciones al problema de la emigración, para examinar las diferentes solicitudes de asilo, para garantizar los derechos de los menores, y para evitar las devoluciones en caliente?

Como todos los gobiernos de la frontera sur europea, el español hace exactamente lo mismo. Tiene una cara pública o mediática, pero luego hace devoluciones en caliente, incumple con los derechos de los menores, delega –en muchos casos en Marruecos- para la intervención en el mar, esconde cifras, financia terceros países, militariza terceros países para que actúen y para que frenen la inmigración. En fin, hacen exactamente lo mismo. Hay que destacar que hay una ambigüedad política, y una insolidaridad general de la Unión Europea, que deja solos a los países de la frontera sur, como Italia, Grecia y España.

En el Parlamento europeo hay un discurso muy Disney, cuando la realidad es otra y las intenciones son de inacción deliberada, y dejar que el mar haga su trabajo. Que la muerte disuada de venir a Europa. La hipocresía política y la política mediocre es mayoritaria todavía.

Sin ser utópicos, y considerando la realidad de los hechos y las influencias mediáticas e ideológicas, ¿qué solución propondría para ayudar a todas estas personas que emigran de sus países?

Básicamente, si empezáramos por cumplir estrictamente los convenios internacionales, y cumplir con los derechos humanos y con la Convención de Ginevra, facilitando vía legales y seguras -de manera que la gente que quiere solicitar asilo pueda hacerlo, sin jugarse la vida en un desierto o en el mar, y sin ponerse en manos de grupos delictivos- ya solo con esto haríamos un gran salto. Deberíamos retroceder setenta años hasta el momento en que los intelectuales se reunieron para redactar la carta de los Derechos Humanos. En este momento se han pervertido tanto los convenios internacionales, se han estirado y distorsionado, que  ya no se cumplen y todo vale. La sociedad actual se ha acostumbrado a ver cómo se vulneran los derechos de las personas. Hay que volver a reeducar a la sociedad, para que se defiendan y se respeten los derechos humanos.

A lo largo de la historia, españoles e italianos han tenido la necesidad de emigrar, y lo han hecho, levantando la economía de otros países. La historia es muy larga y se repite, estamos en un ciclo. Quizás en el siguiente ciclo volvamos a necesitar emigrar otra vez. El cambio climático va a obligar desplazar a ciento cincuenta millones de personas. ¿Cómo se detienen a ciento cincuenta millones de personas? No va a haber ni muros ni fronteras que los detengan. No es cuestión de construir muros o subir vallas, no va a ser esta la solución. Yo echo de menos a los intelectuales de mi país para que opinen y para que busquen soluciones.

Un miembro del equipo de rescate no vive solo la maravillosa emoción de haber salvado una vida, vive también la experiencia recurrente de la muerte.  Hallar tantos cuerpos sin vida y enfrentarse a un muro de indiferencia, ¿cómo afecta a nivel mental? ¿Dónde se encuentra la fuerza para continuar?

Además de llegar tarde y ver morir gente en el mar, es todavía más duro que llegues a tierra y se te criminalice por esto, incluso llegándote a acusar de pertenecer a una organización criminal o de traficar con personas. Para darte un ejemplo, imagínate un cirujano que opera un cáncer de pulmón de un fumador, y que mientras está operando le quiten el carro de las herramientas, le apaguen la luz del quirófano, le quiten una enfermera, y cuando salga, después de haber salvado esta vida, le critican por haberla salvado, diciendo que ahora por su culpa fumarán más personas, sabiendo que luego van a ser curadas. Este discurso, cuando lo oyes con los inmigrantes, es igual de ridículo. ¿Porqué ayudar a un inmigrante equivale a ayudar a un delincuente? Solo es un discurso xenófobo. Salvar una vida es un acto maravilloso que no debe ser criminalizado.

¿Ha cambiado su relación con el mar después de todas estas vivencias? ¿Sigue teniendo ganas de bañarse en este cementerio llamado Mediterráneo?

Tuve que sentarme a hacer las paces con el mar. El Mediterráneo no tiene la culpa. Tuve que trabajarlo porque parece que el mar se coma las vidas, pero no es el mar, somos nosotros que los abandonamos, y la naturaleza hace su trabajo y nada más. Los culpables de todo esto son personas que tienen nombre y apellido, y habrá gente que se sentará en un banquillo tarde o temprano.

El año pasado se estrenó la película ‘Mediterráneo’, sobre la odisea de los emigrantes y sobre la labor de rescate de las ONGs. Esta película está teniendo una muy buena acogida por parte del público y esta semana recibirá el premio Cygnus de cine solidario y de valores. Usted participó en el guion de la película. ¿Cómo nació la idea de hacer esta película y qué le llevó a participar en este proyecto?

Cuando me propusieron hacer una película, hace cuatro años, en primer lugar no me lo creí. Pensé que se trataba de una historia complicada, que es bastante controvertida, y que finalmente los productores habrían buscado otra cosa más  ventajosa para ellos. Pero de repente, hace un año, me volvieron a contactar y ya tenían preparado el cartel, los actores, la propuesta de guion. Entonces me preocupé porque vi que iba en serio, y quise leerme el guión, empezando a participar, especialmente para garantizar que se tratara con dignidad el tema, sin abusar del drama y perjudicar la visibilidad de estas personas, que ya están perjudicadas por el discurso racista que se escucha por la calle. La verdad es que, finalmente, conseguimos muchas cosas. Por ejemplo, de todos los extras que salen en la película, hay más de mil sirios y afganos contratados desde los campos de Grecia. Es gente que actuó mostrando lo que habían tenido que hacer en la realidad, explicando cómo se habían subido a las pateras, cómo habían visto morir a sus familiares, cómo se habían rescatado a los que viajaban con ellos.

Toda la película en sí tiene una gran historia y está hecha con mucho respecto, sin violar la dignidad de estas personas. 

laturca

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