El pasado fin de semana, los nacionalistas, ultraderechistas y euroescépticos del partido Alternative für Deutschland (AfD), humillaron al partido Unión Democrática Cristiana de Alemania (CDU) de Angela Merkel en las elecciones regionales, llegando al 21% de los votos, un resultado mejor que el que logró el mismo partido de la canciller alemana (20%).
El partido xenófobo, fundado en 2013 y liderado por Frauke Petry y Jörg Meuthen, ha aprovechado la crisis migratoria y las duras críticas a la estrategia política adoptada por Merkel, para ganarse el voto de los electores alemanes que están en contra de la política de acogida de los refugiados, tal como la impulsó la líder de la CDU.
Mientras la canciller alemana defendía las decisiones tomadas en estos últimos años, con referenciaa la gestión de la crisis migratoria, dejando llegar a Alemania más de un millón de solicitantes de asilo, y mientras el estado alemán sufría una serie de ataques por motivos religiosos o raciales que aumentaban el rechazo de su pueblo a la política solidaria del gobierno, el nuevo movimiento ultraderechista de AfD se oponía abiertamente a la llegada de los migrantes y reclamaba no acoger ni a un solo refugiado más en Alemania.
Esta toma de posición ha beneficiado enormemente al partido de Petry, que ha crecido extraordinariamente en seguidores y que -según las encuestas electorales- llegará a ser el tercer partido más votado en las próximas elecciones generales. Un toque de atención muy preocupante para Angela Merkel y para su futuro en el gobierno del país europeo más poderoso de las últimas décadas.
Pero, lo alarmante es que en Alemania se vuelva a hablar de xenofobia, y aumenten los casos de rechazo, desprecio y amenazas a los extranjeros, hasta culminar en numerosas agresiones a los refugiados y a los episodios de “auto-justicia” que ocurrieron en ocasiones múltiples, como tras las agresiones de Nochevieja en Colonia.
El pueblo alemán, que hace menos de un siglo fue el protagonista absoluto de uno de los acontecimientos de intolerancia racial más crueles de la historia, no puede consentir que al gobierno de este estado vuelvan grupos políticos de matriz xenófoba, que incitan a la intolerancia racial y al rechazo de una integración intercultural.
Angela Merkel se está enfrentando a su mayor desafío desde el comienzo de su mandato. Ha perseverado en su política migratoria y ha asegurado que logrará alcanzar el objetivo anhelado, pero ahora está perdiendo en apoyos y este podría ser un condicionante muy significativo que podría llevarla a replantearse algunas medidas en este asunto.
La próxima elección general en Alemania se llevará a cabo en 2017 y el peligro de un ulterior crecimiento del partido AfD condicionará inevitablemente la línea política adoptada por la CDU.
Está en juego el futuro democrático del estado alemán, y aún más el futuro de una Europa tolerante y multirracial. Es escalofriante solo pensar que la mayor potencia europea pueda acabar regida por un grupo de fanáticos e intolerantes. Que los alemanes no vuelvan a cometer los errores del pasado.