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La Leyenda Negra

de ÁLVARO CARREÑO GUADAÑO.

La exposición «Itinerario de Hernán Cortés» fue inaugurada el 3 de diciembre de 2014 y podrá verse en la Sala de Arte Canal hasta el 3 de mayo de 2015

Estos días puede verse en Madrid la exposición Itinerario de Hernán Cortés en la Sala de Arte Canal, dedicada a uno de los españoles más controvertidos de toda nuestra historia. A lo largo de varias salas el público se puede hacer a la idea de cómo fue la proeza épica de la conquista del imperio azteca por un exiguo ejército castellano en apenas dos años, iniciándose a partir de entonces el mundo hispanoamericano, un encuentro de civilizaciones que a través del mestizaje cambió el devenir de la historia…

¿Ya está?, ¿Nada más? Conquista, encuentro, mestizaje, paz y armonía. Muy bonito, digno de toda narración Disney. Es demasiado sencillo y bonito hasta para la factoría de Mickey Mouse, en sus películas siempre hay un “villano”, más o menos peligroso, pero al fin y al cabo un antagonista. Ese va a ser nuestro objetivo: Buscarle un antagonista a nuestra historia de hoy.

Recomendamos a todos los lectores de LaTurca que vayan a la exposición, para obtener una visión personal y crítica de lo que a partir de ahora vamos a hablar, que no es otra cosa que el bucear un poquito entre nuestros recuerdos, nuestra memoria histórica y la educación que nos han dado.

Una exposición de Hernán Cortés en Madrid en el 2015. ¿Es necesaria? A priori, rotundamente SI. Es un personaje con la suficiente entidad y el consabido peso en la historia mundial, siendo a la vez una personalidad bastante olvidada o ignorada. Los libros de texto de nuestros niños y adolescentes apenas hablan de él en unas líneas, no se conservan grandes obras de arte u monumentos conmemorativos en su honor, no ha sido interpretado ni en el cine ni en televisión… Parece que puede ser un personaje lo suficientemente importante y desconocido por el gran público como para organizar una exposición, tratando todos los vértices del personaje, para así dotarle de veracidad, realismo e interés.

Ahí es donde damos el primer patinazo, el que ha causado este artículo… No encontramos todos los puntos de vista sobre Hernán Cortés, encontramos lo de siempre: Buenismo. Loas, buenas palabras, silencios incómodos y mucho decorado en lo que ha sido una nueva oportunidad perdida para hacer un mínimo de examen a nuestros imaginarios nacionales. Unos imaginarios, que son necesarios, y que por eso mismo necesitamos revisar con urgencia, una urgencia imperiosa. La crisis generalizada en la que vivimos desde hace ya unos años puede irse mitigando (O eso dicen), pero esta crisis identitaria se nos está enquistando, puede provocarnos una fuerte y dolorosa llaga y puede acabar desangrándonos.

Siete grandes espacios temáticos, cientos de piezas, un gran montaje museográfico, préstamos de importantes instituciones españolas y mexicanas, mucho público interesado… Reproducciones, Carabelas, deidades aztecas, restos arqueológicos, vídeos informativos, crónicas contemporáneas… El comercio intercontinental, el Galeón de Manila, el encuentro de dos mundos, la cultura mestiza… Todo eso lo tenemos a espuertas. El problema es que eso ya lo tenemos claro, eso ya lo sabemos. De eso ya hemos escrito, expuesto, filmado, grabado y homenajeado hasta la saciedad.

Falta hablar de la Encomienda, de eso no encontramos nada. ¿Qué curioso verdad? Ese método por el cual la corona de las Españas repartía LOTES de indígenas a los castellanos emigrados para trabajar las tierras o las minas. ¡Vaya! ¡Las MINAS! Esas grandes olvidadas en nuestro agradable paseo. Acabando la exposición llegamos a un espacio, acondicionado con varias piezas litúrgicas de iglesias españolas, hechas con plata mexicana: Hacheros, cálices, lámpara y hasta un impresionante frontal de altar. Pero ni una palabra de las minas de plata, del trabajo indígena y esclavo africano, del trabajo infantil, del repartimiento.

Estos son algunos ejemplos, los que más me han llamado la atención, pero hay algunos “silencios” en torno a aspectos negativos de la conquista de nuestro protagonista: La matanza de Cholula o el mismo incendio de Tenochtitlán, del que no se dice absolutamente nada, y es un hecho con la suficiente relevancia como para ser tratado. También encontramos la pintura de castas. Para el que no la conozca es un tema pictórico, típico del virreinato de Nueva España, donde se muestran todas las mezclas raciales consecuentes de una sociedad mestiza y altamente jerarquizada, en la cual la pertenencia a uno de estos “cruces” podía marcar la vida y el futuro… Encontramos varios ejemplares cedidos por el Museo de América y por colecciones mexicanas, pero de nuevo aparece la versión Disney: Personajes de clase alta, mestizos caciques y ropajes lujosos. El tratamiento que se le da de nuevo es amable, hasta positivo y en algunos casos hasta cómico. Aquí os presentamos toda la lista de las principales castas de la Nueva España del siglo XVIIIalguna de ellas son mucho menos glamurosas y amables de presentar ante el público, pero ¿No es ese el objetivo de una exposición seria y completa?

  1. Español con india: mestizo

  2. Mestizo con española: castizo

  3. Castizo con española: español

  4. Español con negra: mulato

  5. Mulato con española: morisca

  6. Morisco con española: chino

  7. Chino con india: salta atrás

  8. Salta atrás con mulata: lobo

  9. Lobo con china: jíbaro

  10. Jíbaro con mulata: albarazado

  11. Albarazado con negra: cambujo

  12. Cambujo con india: zambiaga

  13. Zambiago con loba: calpamulato

  14. Calpamulato con cambuja: tente en el aire

  15. Tente en el aire con mulata: no te entiendo

  16. No te entiendo con india: torna atrás

En cambio encontramos un ambiente dedicado especialmente al yacimiento de Tecoaque. Se trata de un espacio de la época de la conquista, no muy conocido y explotado, que se nos presenta en primicia. Es importante, pues se han encontrado los restos de varios peninsulares, mujeres incluidas, que fueron apresados y sacrificados por indígenas entre 1520-1521. El espectador puede observar con pavor los restos que evidencian las últimas horas angustiosas de esos compatriotas: Botones, dedales, restos de perros y gatos, medallas y hasta platos con el símbolo de la cruz raspado en su interior, fruto del miedo y la angustia de uno de esos desdichados. ¿Es eso lógico y equilibrado? Ni una sola palabra de los millones de personas muertas por el metal, las armas de fuego, la encomienda y la mina, frente a toda una sala dedicada a una cincuentena de sacrificados patrios.

Y cuidado no se me malinterprete, no digo que la exposición mienta. Todo lo que hay bajo el antiguo depósito del Canal de Isabel II es cierto, nada es inventado o falso. Evidencio que la exposición oculta y lo hace a sabiendas otros aspectos. Lo que desconozco es el motivo, se me escapa realmente, pues no puedo entender en que puede afectar todo esto a la España democrática del siglo XXI.

Sé que hay muchos a los que no les gusta sacar estas cosas a relucir. Realmente también desconozco el motivo, pero es una realidad. En este país molesta cuestionar el pasado. Es inviable, ya todos sabemos lo que ocurre con nuestra memoria más cercana y contemporánea, con la guerra civil y la dictadura franquista, la II República, la transición, la figura del rey Juan Carlos I y el resto de protagonistas, el 23 F… El tratamiento sigue siendo incómodo, forzado, excesivamente apasionado, pues las heridas siguen abiertas, guste o no. ¿Pero la colonización española? ¿El siglo XVI? Han pasado siglos, muchas generaciones, un sinfín de avatares históricos y muchos cambios, ¿Qué problema hay en tratar este proceso histórico con imparcialidad?

No busco lo que otros pueden entender como “pedir disculpas” o realizar un perdón oficial o algo así, pues repito, en 2015 carece de sentido. Un ciudadano de Puebla, Veracruz, Cuernavaca o el DF poco necesitan que el gobierno español pida disculpas y entone el Mea Culpa por un “genocidio” de los albores de la Edad Moderna. No tiene sentido desenterrar y juzgar a Cortés, Pizarro, Alvarado o Núñez de Balboa, pues los parámetros y las realidades históricas que vivían son ajenas a la actualidad. El mundo del siglo XVI se regía por las normas y preceptos del XVI, no por los del siglo XXI. Además sería incomodísimo, pero digno de ver, como todos los países del mundo deberían empezar una lucha dialéctica por los perdones de guerras, ataques o invasiones injustas del pasado: ¿Italia debe pedir perdón por la increíble y sangrienta sin duda expansión de la República y el Imperio Romano? No. ¿Francia debe pedir perdón por las invasiones napoleónicas a la casi totalidad del continente europeo? No. ¿Egipto debe disculparse con los países de su alrededor por el sobrepasar sus fronteras actuales durante los milenios de la antigüedad en que Egipto señoreaba nuestro mundo conocido? No. Lo que sí reivindico es el sacarnos de una vez por todas los complejos y quitar los paños calientes de nuestra historia. Presentarnos tal y como somos, con nuestras ventajas y errores, pero con la realidad, para así al fin, construir un imaginario nacional más asumible y seguro.

Y repito, NUESTRA HISTORIA. No vale hacer autocrítica comparándonos con otros, ese no es el ejercicio que necesitamos. De nada nos sirve contemplar críticamente nuestro pasado para apostillar a continuación: “Lo de los ingleses en América si fue un genocidio” o “Igualito que los franceses en Indochina” o “Los americanos acabaron con los indígenas” Eso ya lo sabemos. Conocemos lo mal que lo han hecho muchos países y muy poco de nuestras propias miserias. Todos los estados tienen sus conflictos irresueltos, traumas y heridas sin cerrar, y a nadie le agrada hablar de ciertos temas, el chovinismo no es algo exclusivo de España… pero en según qué temas, parece que queremos convertirnos en Campeones del Mundo. Acabemos ya con ese victimismo, con esa lucha contra la Leyenda Negra como única respuesta ante el tema suscitado. Los indígenas no se morían por morirse, no se suicidaban en masa, no se morían de pena o directamente no nacían por desgano vital como decía Sánchez Albornoz en 1973, o no solo por eso. Ya sabemos que la llegada al continente de enfermedades europeas como la viruela o el sarampión diezmo en gran medida a la población, pero no neguemos el maltrato, el trabajo forzado, la semi-esclavitud y la muerte de millones de personas, únicamente con el argumento de “Eso es obra de la Leyenda Negra”.

Sin juicios, ni aspavientos, ni apasionados alegatos y sin vergüenza. Con tranquilidad y perspectiva deberíamos desempolvar nuestras teorías históricas de fenómenos como la mal llamada Reconquista, la conquista y colonización de América, el imperio colonial del XIX y toda la convulsa historia de la España del siglo XX. Romper mitos y dejar de hacer hagiografía de cara al gran público, es el deber de los gobiernos y de las instituciones culturales, por lo menos las sustentadas con parte de capital público.

En una actualidad en la que no entendemos nuestra realidad y como hemos llegado hasta aquí, quejándonos y negando la existencia de problemas en nuestra propia naturaleza de nación, este deber debe ser prioritario. Empezábamos el artículo con la petición de búsqueda de antagonista en esta historia. Hernán Cortés no lo es, ni los encomenderos, ni los caciques, ni los conquistadores, ni los reyes expansionistas, No. Los antagonistas somos nosotros mismos, mujeres y hombres del siglo XXI, se supone que formados y con los medios a nuestro alcance suficientes como para mirarnos directamente ante el espejo de la historia, sin velos ni espacios oscuros y que en cambio por una u otra razón decidimos no hacerlo. De esta manera condenamos al purgatorio a esos personajes del pasado, que pudiendo perdurar y conformar de una manera seria y crítica el relato de nuestro pasado común, son condenados a deambular en el limbo del desconocimiento, la parcialidad y los tópicos dañinos. Nuestros símbolos, nuestros personajes y nosotros mismos haciéndonos perdurablemente incómodos e intratables.

Id al Centro de Arte Canal, descubrid la exposición y bucear entre sus salas y el material que ofrece, volved aquí y contarnos vuestras opiniones al respecto.

laturca

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