de Piertoni Russo
Si Barack Obama en su primera victoria electoral, en 2008, pareció ser el presidente perfecto para mejorar la política de Estados Unidos, tanto en ámbito interno como en ámbito internacional, ahora surgen muchas dudas con referencia a la “pureza de ideas” del presidente americano. Intentando hacer un análisis que vaya más allá de las ideologías políticas, de formas de pensar cercanas a un pensamiento republicano o demócrata, es evidente que, en el comienzo de este nuevo ciclo de cuatro años, Barack Obama tiene que aclarar su posición respecto a dos temas extremamente actuales e incandescentes: el problemas de las armas en EE UU, y la posición del país americano con referencia al conflicto entre Israel y Palestina.
El recién tiroteo en la escuela Sandy Hook de Connecticut, donde fallecieron 26 personas, entre ellos 20 niños entre 5 y 10 años, se suma a las frecuentes matanzas sin porqué que han ocurrido en EE UU en los últimos años. En la “tierra de las libertades y de las oportunidades” se han registrado en los últimos 20 años 23 matanzas con al menos 60 muertos. Entres ellas resaltan la del Instituto Columbine de 1999 (13 fallecidos), de la Universidad Politécnica de Virginia de 2007 (32 asesinados), y del cine de Denver donde este año fallecieron 12 personas. Además de estas grandes tragedias, tenemos todavía que añadir que hay sobre los 300 millones de armas en manos privadas (90 armas cada 100 personas) y unos 30.000 muertos al año por armas de fuego.
Doce años después de la proyección de la película documental “Bowling for Columbine” de Micheal Moore, que trata el uso de las armas por parte de civiles y alerta de los peligros que conlleva la liberalización de la venta de armas en EE UU – donde las armas se pueden comprar hasta en los supermercados sin particulares limitaciones- nos encontramos todavía en una situación idéntica al pasado, que confirma la superficialidad de los gobernantes americanos con referencia a este enorme problema. Además, al horror de estas terribles tragedias se añaden la perplejidad y la desolación de los comentarios por parte del gobierno de Estados Unidos, que por un lado anuncia la intención de modificar la ley con referencia a la venta y posesión de armas de fuego (¿porqué solo ahora y no antes de la enésima tragedia?), mientras otros políticos afirman sin razón que no es el momento oportuno para hablar de este tema.
Estados Unidos sigue en una situación de perenne contradicción, auto-elogiándose en cuanto país de enorme civilidad, abierto a todas las etnias, con increíbles potencialidades y oportunidades, y al mismo tiempo vive ahogado en una mentalidad retrógrada y obtusa, que no le permite salir de unas limitaciones y carencias que lo relegan a continuar siendo un país inseguro y con un panorama cultural muy cuestionable. Hace reflexionar el hecho de que las armas en Estados Unidos causan más muertos que ninguna de las guerras donde este país ha participado. ¿Cómo puede EE UU declararse garante de la paz internacional cuando no consigue solucionar los enormes problemas internos de seguridad?
Además, esta posición contradictoria se refleja también en la política exterior de EE UU. El pasado 29 de noviembre la Organización de Naciones Unidas (ONU) ha votado con éxito positivo para el reconocimiento de Palestina como Estado observador no miembro de la ONU. Esta votación legitima a Palestina como Estado independiente y fortalece su posición en campo internacional, abriendo la posibilidad de un reconocimiento de un Estado palestino independiente dentro de sus fronteras previas a 1967, cuando la resolución 242 de Naciones Unidad, sucesivamente al conflicto árabe-israelí, estableció que Israel debía retirar su ejército de los territorios ocupados durante la Guerra de los Seis Días y que los países árabes debían respetar y reconocer el derecho de Israel a vivir en paz en el interior de fronteras reconocidas internacionalmente.
Sin embargo estos intereses estadounidenses chocan continuamente con la posición de la ONU, que sigue deplorando las continuas violaciones por parte de Israel de las leyes internacionales. Barack Obama, hasta este momento, sigue adoptando, con referencia a este tema, la línea política de sus predecesores, mostrándose extremamente cerrado a la eventualidad de revisar el apoyo al Estado de Israel, por lo menos hasta cuando este último acepte respetar las normativas internacionales. Los intereses políticos que caracterizaron las épocas pasadas, de los gobiernos republicanos de la era Reagan y Bush (padre e hijo), siguen condicionando negativamente el mandato del actual presidente americano, que no consigue librarse definitivamente del espectro de un estado extremamente belicista, que no encuentra otra alternativa a la seguridad, en ámbito interno e internacional, salvo por medio de las guerras preventivas (véase los frecuentes bombardeos por parte israelí, apoyados por EE UU, en la Franja de Gaza) y de la prevención armada (en EE UU las estadísticas son muy claras: cuanto más ocurren matanzas como la de la escuela Sandy Hook, más aumenta la venta de armas con la finalidad de proteger la vida individual y de la propia familia). Quedan cuatro años de mandato para poder cambiar de opinión y revalorizar de forma positiva las criticas aquí avanzadas.
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