Un entrenador estelar como José Mourinho es difícil encontrarlo. Podemos ser muy directos en esta afirmación porque es la evidencia. Una carrera relativamente breve para el joven técnico lusitano (nacido en el año 1963, empezó entrenando el Benfica en el año 2000), pero con un palmarés que da envidia. En su tercer año de experiencia como entrenador, José Mourinho ya ganó todo lo posible en esa increíble temporada: su primera Liga, Copa y Supercopas portuguesas con el Oporto y la Copa de la UEFA en el terreno Europeo. El Oporto accedió a la Liga de Campeones y consiguió ganarla en la primera experiencia de Mourihno como entrenador en esta competición. El Oporto venció nuevamente la Liga Portuguesa y para Mourinho, que se convirtió en una estrella del banquillo, se abrieron las puertas de la Premier League donde dirigió al Chelsea durante tres años, logrando ganar dos Premier League, una FA Cup, una Football League Cup y una Community Sheald.
José Mourinho es ya un “veterano”, a pesar de contar solo con 44 años ha ganado la mayoría de los títulos, tanto nacionales como internacionales, a los que pueda aspirar un entrenador de club. Sin embargo, dejó inexplicablemente al Chelsea y pasó a entrenar al Inter de Milán. Son estos, probablemente, los dos años más importantes de la carrera profesional del técnico portugués. En el Inter de Milán gana dos Ligas italiana (Serie A), una Supercopa de Italia, y concluye triunfando una magnífica temporada logrando conquistar la Liga de Campeones del año 2010, disputada de forma perfecta, y derrotando a los equipos favorecidos, como el Barcelona de Guardiola y el Bayern Munich de Louis Van Gaal.
Los dos años en Italia son fantásticos para José Mourinho, no solo por los títulos logrados, sino por la capacidad de conquistar a los aficionados del Inter de Milán y también una buena parte de los amantes del fútbol, aunque sean de otros equipos.
En Italia se habla sólo de José Mourinho, que se convierte en un personaje de éxito del panorama italiano. Gracias a una controversia con un entrenador, una batalla verbal con otro, una “performance teatral” con los periodistas, el entrenador suma siempre más seguidores y logra conquistar buena parte del corazón de los aficionados de fútbol italianos.
Además José Mourinho consigue crear un sentimiento de unidad en una plantilla como la del equipo milanés, caracterizada por el amor interminable hacia su entrenador. Salvo unos problemas con el “siempre él” Mario Balotelli, Mourinho se lleva a la grande con toda la plantilla interista: Samuel Eto’o se convierte en un jugador infinito, delantero y defensa, para Mourinho se hubiera colocado sin problemas hasta la portería; Marco Materazzi, el jugador burdo y rudo que volvió loco a Zidane en la final de la Copa del Mundo, regalando a Italia el título en 2006, no consiguió parar de llorar cuando se despidió de su querido José, al término de la final de la Copa de los Campeones en el Estadio Santiago Bernabéu de Madrid.
Mourinho se fue al Real Madrid, pero dejó un vacío incalmable en el corazón de los aficionados interistas.
¿Y ahora? ¿Qué está pasando ahora en Madrid? En España Mourinho ha ganado muchísimo: una Liga y una Supercopa de España (2012) y una Copa del Rey (2011). Digo muchísimo porque el Real de Mourinho se encontraba por delante los marcianos del Barcelona de Pep Guardiola. Sin embargo el Real consiguió quitar muchos trofeos al imbatible Barca, y mejorar sus prestaciones hasta ganar la Liga y llegar a la semifinal de la Liga de Campeones, objetivo que, desde hacía mucho tiempo, el Real no conseguía alcanzar.
Es efectivamente mucho lo que Mourinho ha conseguido en España. Sin embargo los aficionados se quejan y, en su tercer año en Madrid, parece siempre más probable que el entrenador deje el Real a la terminación de esta temporada.
El fallo más grande de José Mourinho ha sido elegir ir a Madrid, en un ambiente que no coincide con su personalidad y con su forma de actuar.
Entrar en el Santiago Bernabéu es como entrar en el Teatro Real de Madrid. Te “enfrentas” a un público de personas mayores, que se declara pertenecer a la nobleza madrileña, y que no está dispuesta a excepciones a la ética común (como peleas entre entrenadores, dedos en los ojos de vice-entrenadores, altercados para defender unos jugadores que están mal educados, que no saben defenderse personalmente, y que antepones sus personalidad a los intereses del equipo). Y si añadimos que el Santiago Bernabeú, aunque se pueda considerar un templo del fútbol, carece de una afición capaz de sostener con pasión el equipo (ojala tuviera el Real los mismos aficionados del Atlético que llenan cada dos semanas el Calderón, y se empeñan en sostener al equipo en vez de interesarse exclusivamente en comer pipas), esto explica como el pobre José se haya enormemente equivocado (si no hablamos de retornos económicos). Y si todo este teatro creado por el portugués coincide con gestos excesivos que pasan cada límite de deportividad, y con una temporada, la 2012-2013, que ha empezado mal y parece ir empeorando, pues mucho mejor volver a entrenar un equipo de pocas estrellas y de muchos hombres trabajadores, ya sea en Inglaterra, Italia o quizás otro sitio.