1960-2014. Cincuenta y cuatro años de embargo y un futuro de incertidumbres. Un embargo que representó el castigo de Estados Unidos a la Revolución Cubana de 1959 que provocó la caída del dictador Fulgencio Batista y que instaló en el poder a Fidel Castro. Un embargo comercial, económico y financiero que llevó a Cuba a una pobreza extrema, imposibilitada a resistir a estas mediadas aterradoras, especialmente después de haber perdido el imprescindible apoyo económico y comercial de la Unión Soviética (URSS), con su desaparición en 1991.
La guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética terminó con la disolución del imperio ruso, que tenía al gobierno comunista cubano como su principal aliado a pocos kilómetros del territorio americano. No obstante a la desaparición de la URSS, el gobierno castrista siguió su política antiamericana, convirtiendo la isla en el baluarte del comunismo en un sistema internacional que, en cambio, se prostraba al capitalismo. Un embargo que llegó hasta agravarse en el curso de los años ’90, cuando el presidente americano Bill Clinton amplió el embargo comercial. Un embargo que en estos 54 años ha sido condenado 23 veces por las Naciones Unidas, visto las consecuencias que llevaban a un rápido deterioro de la sociedad cubana.
El presidente americano Barack Obama tuvo el valor de admitir que el embargo americano ha sido un fracaso que, en todos estos años, no ha conseguido llegar a su finalidad: derrotar al gobierno castrista.
Ahora, este cambio radical puede ser fundamental para el futuro económico de la isla, y para los cubanos es celebrado como una victoria, o más bien, como la consecuencia de una política coherente del gobierno castrista, que siempre ha sido apoyado por el pueblo cubano. Los conceptos de lucha y de resistencia siempre han estado presentes en las palabras de la mayoría de los cubanos, que aunque enfrentándose al hambre y a la pobreza, siempre han apoyado a su presidente. El sacrificio ha sido el don permanente de un pueblo que, agarrado a sus ideologías políticas, ha resistido a un castigo enorme, como el de un embargo de más de medio siglo. Un sacrificio que podría haber tenido un sentido, y que podría llevar – siempre que el Congreso americano llegue a votar a favor del fin del embargo – a una nueva era para la sociedad cubana.
Un cambio que probablemente tendrá consecuencias gigantes para la isla, para su ideología, y para el futuro del gobierno castrista.
Y probablemente, si los hermanos Castro llegaran a un compromiso con Estados Unidos, se podrá hablar del fin de una interminable utopía
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