de ALEJANDRO GARCÍA ARCE.

El Euro empieza a temblar, el tira y afloja entre Alexis Tsipras y Yanis Varoufakis con el Banco Central Europeo parece no tener fin, después de que ninguna de las dos partes negociadoras parezcan ceder un ápice en sus pretensiones, el BCE se ha cansado de esperar y este domingo ha puesto tierra de por medio con la decisión de limitar la liquidez que suministra al país heleno como medida de urgencia a la situación que están atravesando.

La consecuencia casi inmediata ha sido el cierre provisional de los bancos, por lo menos hasta el lunes 6 de julio, y la Bolsa griega y el anuncio por parte del primer ministro del racionamiento de capitales que eviten un posible colapso, se limitan las retiradas de los cajeros a 60 euros por persona y día, y, sin bancos, la crisis cobra una dimensión diferente, mucho más grave.

Grecia pedía una ampliación de la financiación de emergencia, lo que implicaba también una renegociación con los acreedores sobre los plazos a cumplir, y el Banco Central no ha pasado por el aro, rechazando esta propuesta y encaminando a Atenas a quedarse sin bancos operativos.

La alarma social era evidente y las reacciones de esperar, la gente se agolpaba frente a los cajeros para retirar el máximo dinero posible durante los últimos días y la huida de capitales del país ha sido notable por miedo a un estancamiento de una economía que se queda sin sistema circulatorio.

Alexis Tsipras compareció ayer de manera extraordinaria para anunciar las medidas que se iban a llevar a cabo, en su mensaje, con un claro tinte tranquilizador de cara al pueblo heleno, quiso garantizar la seguridad en los pagos de las pensiones y los depósitos, aprovechó también para lanzar un dardo al Eurogrupo y, en concreto al BCE, señalándoles como los culpables de tener que tomar esas medidas.

Además, el primer ministro convocó una consulta para el domingo 5 de julio, de modo que el pueblo griego pueda decidir sobre el acuerdo de rescate propuesto por el Eurogrupo. La pregunta será “sí ” no” a las últimas propuestas de los acreedores, que Tsipras consideró “inaceptables”.

Por otro lado, Tsipras también abrió de nuevo una vía de renegociación del rescate solicitando una prórroga.

Desde Francia, que parece el país que lidera los contactos con Atenas, se baraja otro acercamiento para retomar la negociación, una idea que, como es lógico, secundan muchos de los países europeos que se ven afectados por la crisis financiera que atraviesa la eurozona.

Europa está dispuesta a ceder, incluso a permitir algunas concesiones exigidas por Grecia pero, a cambio, Syriza debe dar un volantazo en su discurso y posicionarse del lado de la oferta europea, cosa que parece complicada, si esto ocurriera, los acreedores podrían plantearse hasta una reestructuración de la deuda y una alargamiento del rescate, uno de los puntos claves de la petición de Tsipras.

Hoy expira el rescate y Atenas debe pagar al FMI nada menos que 1.500 millones y, si la deuda no se liquida, la confianza de los acreedores en Grecia desaparecerá por completo, lo que puede desencadenar en un escenario, por un lado desconocido y, por el otro, de una inestabilidad económica para el país y Europa que puede hacer temblar el futuro del euro.