de Piertoni Russo.
El día de la gala de inauguración del Festival de Cine Italiano de Madrid, se entregó el premio de Honor a toda una carrera a Giuseppe Piccioni, director de cine que acaba de rodar su última película L’ombra del giorno. Hemos tenido una conversación con el director, que nos ha hablado de cine y de la situación sociocultural italiana de este último año.
¿Qué emoción se siente al recibir un premio de honor a la carrera?
El premio de Honor a toda una carrera siempre es algo que te da la sensación de que alguien se haya dado cuenta de que tu recorrido artístico en su totalidad tiene su identidad propia, que eres reconocible por tu trabajo original y que no eres un simple profesional del cine. Te sientes respaldado y apreciado por tu trabajo. Por otro lado, existe también una preocupación: ¿porqué me dan un premio a la carrera? ¿Estoy llegando a mi jubilación artística? Sin embargo, creo que este premio debe ser interpretado como un estímulo para seguir. Yo sigo sintiéndome joven, mi trabajo me gusta y sigo trabajando con muchísima ilusión.
¿De todas sus películas, cuál es la que le trae los mejores recuerdos?
Fuori dal mondo, sin duda. Yo he querido mucho mi primera película Il grande Blek (1987), pero si lo veo ahora, encuentro en ella muchas ingenuidades. En cambio, con Fuori dal mondo he sentido la necesidad de tener una mayor conciencia de mi trabajo, y he empezado a hacer unas películas en las que me reconozco de verdad. Fuori dal mondo es la película del cambio.
De Sergio Rubini a Margherita Buy, de Giulio Scarpati a Riccardo Scamarcio. Es su costumbre hacer una película con un actor o una actriz con el/la que ha trabajado con anterioridad. ¿De qué depende esta decisión?
No sé de qué depende, pero es cierto que con cada actor hago por lo menos un par de películas. Probablemente, Margherita Buy la actriz que más ha trabajado conmigo. También Sandra Ceccarelli y Luigi Lo Cascio han estado en el casting de muchas de mis películas. Seguramente es Margherita Buy la que ha representado toda mi trayectoria artística, hasta llegar a mi etapa de madurez. La película Fuori dal mondo nos trajo a ambos muchísima suerte. Margherita en aquellos años tuvo una hija y la llamó con el mismo nombre de la protagonista de la película, Caterina.
Usted ha rodado su última película, L’ombra del giorno, en una situación de emergencia sanitaria internacional, debido al Coronavirus. ¿Qué ha cambiado? La organización del rodaje, los protocolos, las medidas sanitarias, las relaciones humanas con todos los actores y con quienes formaron parte de la producción…
Mira, no es bonito decirlo porque fue un tiempo de extremo malestar, pero hemos tenido la suerte de rodar esta película en Ascoli Piceno, un pueblo pequeño que durante el rodaje estaba en zona roja. Estuvimos alojados en un café histórico de la plaza central del pueblo, estábamos juntos en un espacio muy grande, que incluía en la planta superior un restaurante donde podíamos comer, y teníamos mucha más libertad que las demás personas del pueblo, que tenían la obligación de quedarse en casa. A nivel humano, ha sido una aventura increíble. Además, esta situación de emergencia, con el toque de queda, nos llevaba a comparar la situación actual con la de la película, de los años de la guerra -entre 1938 y 1940- con otro tipo de toque de queda. Creo que la historia de la pandemia ha llegado a entrar, de manera indirecta, en la historia de la película, enriqueciéndola.
¿Está satisfecho del resultado de este último trabajo? ¿Cuáles aspectos destacaría de esta película?
Sí, estoy muy satisfecho. He trabajado con un grupo de actores de grandísimo nivel profesional y humano. Además de Riccardo Scamarcio, destacaría la labor de Benedetta Porcaroli, una joven actriz que ha demostrado tener la cualidades necesarias para llegar a hacer películas importantes. Pero, destacaría también el trabajo de Lino Musella, Vincenzo Nemolato y Antonio Salines, un grande actor de teatro que lamentablemente falleció el año pasado. Estuve rodando durante seis semanas en un pueblo maravilloso y con un grupo de actores fantásticos.
Debido al coronavirus, en Italia la cultura estuvo parada durante muchísimo tiempo. Cines y teatros estuvieron cerrados a ultranza. Usted ahora se encuentra en Madrid, donde, en cambio, las restricciones no fueron tan fuertes. ¿Qué opina con respecto a las decisiones del gobierno italiano? ¿Se habría podido actuar de otra manera?
Seguramente se habrían podido tomar decisiones diferentes, pero entiendo que la situación era totalmente imprevisible y no se tenía el conocimiento necesario para poder actuar de la forma más correcta. Lo que lamento es la falta de diálogo, que ha llevado a enfrentarse a personas con opiniones contrapuestas con respecto a esta situación de emergencia. No entiendo por qué han llegado a extremar las medidas en un país como Italia, que finalmente ha llegado a tener un porcentaje de vacunados muy elevado. Deberíamos volver a dialogar y no a enfrentarnos los unos con los otros. Con respecto a la cultura y al cine, que son sectores muy controlados y disciplinados, y donde se han extremado los controles sanitarios durante los rodajes, se podía intentar ser más flexibles. Afortunadamente, el cine ha vuelto a arrancar y se han rodado muchas películas en este último año. Creo que los italianos son siempre lo más punitivos.
¿Si tuviese que escribir una película sobre la Italia del post-Coronavirus, que aspectos destacaría?¿Hablaría de un pueblo más solidario o más dividido?
La experiencia del coronavirus es muy negativa. En un primer momento, teníamos la ilusión de que todo pudiera salir bien y que todos fueran solidarios y unidos. Pero, ahora solo veo Italia como un país más dividido y lacerado, que además se está enfrentando a una crisis económica muy preocupante. La situación actual es alarmante.