El 1 de marzo de 2015, el progresista Tabaré Vázquez sucederá al frente del Gobierno uruguayo a José Mujica. Uruguay es un país de solo 3,4 millones de habitantes, que durante los últimos 5 años, como si estuviera viviendo en un sueño, ha tenido la suerte de ser gobernado por un presidente que, virtud que lamentablemente es siempre más rara en un político, ha atendido sinceramente a las necesidades de su pueblo. Mujica deja la presidencia dado que la Constitución actual de este país establece que el presidente tenga un mandato de 5 años sin posibilidad de reelección inmediata.
Un presidente humilde, ex floricultor, y con un pasado muy difícil, que ha vivido durante todo su mandato sin querer cambiar el propio estilo de vida: ha rechazado alojar en el palacio presidencial prefiriendo quedarse a vivir en su casa de siempre, una granja donde cultiva crisantemos en régimen de cooperativa. Una granja que un día – cuando el presidente y su mujer ya no estén – se convertirá en una escuela agraria. Se ha reducido también el sueldo del 80%, admitiendo que no hace falta tanto dinero para vivir una vida digna y feliz. Y no ha querido utilizar el coche oficial, prefiriendo moverse con su antiguo coche Volkswagen.
“El Pepe” tuvo una vida muy espinosa, por su pasado guerrillero durante los años de la presidencia de Jorge Pacheco Areco, un gobernante reaccionario y represor, al que se opusieron Mujica y el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. Mujica pagó duramente los años de resistencia armada, y pasó 15 años de su vida en la cárcel. La última vez, quedó detenido de 1972 a 1985, cuando salió en libertad beneficiado por una amnistía. En los mismos años estuvo detenida también su compañera de vida, Lucía Topolansky, que quedó libre en 1985 gracias a la misma Ley de amnistía.
Pero Mujica siempre ha estado en contra de este sistema, para él “el poder no está arriba, sino en el corazón de la grande plaza”. Según “El Pepe” la verdadera democracia es estar incluido en las decisiones, y por esto siempre ha luchado por su pueblo y por los más pobres.
Una de las medidas aprobadas por el gobierno de Mujica, ha sido una fuerte inversión para empresas auto-gestionadas, gobernadas por los propios trabajadores. Importante fue también el proyecto, finalmente logrado, para construir casas populares para los más pobres, como pasó con los habitantes del asentamiento de la Cachimba del Piojo, cerca de Montevideo.
El presidente siempre se ha opuesto a los poderes fuertes y a los grandes potentes del planeta, que imponen sus normas a todos los países de la tierra.
Mujica siempre ha admitido que esto solo se lo ha permitido, porque él es una pieza poco importante del tablero internacional. Uruguay no es Estados Unidos, es un país pequeño que no molesta a los grandes.
Así que el presidente, escuchando las reales necesidades de la gente, ha hecho de forma que su política fuera siempre a favor de su pueblo, intentando convertir las utopías en hechos reales. Él siempre lo dijo: “El desarrollo tiene que ser a favor de la felicidad, y tiene que permitir a los hombres tener lo elemental. ¿Qué sentido tiene vivir en un mundo infeliz?”
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