El caso Boateng reabre el debate sobre el racismo

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El pasado 3 de enero, durante el partido amistoso “Pro Patria – A.C. Milan”,  disputado en Busto Arstizio, cerca de Milán (Italia) un grupo de aficionados del equipo de casa ha provocado y ofendido el jugador de color del Milan, Kevin-Prince Boateng – jugador alemán de origen ghanés – con cantos racistas. El jugador reaccionó tirando un pelotazo contra el sector de los aficionados del Pro Patria, y sucesivamente abandonó el campo. Lo siguieron los otros jugadores del Milan que decidieron no continuar el partido. Después del “caso Samuel Eto’o” que en 2010, como reacción a unos cantos racistas, abandonó el campo de juego para volver después de unos minutos, este ha sido el primer caso de partido suspendido por cantos racistas.

El caso de racismo ocurrido en Italia ha encendido el debate sobre las medidas que se deben tomar en caso de racismo durante eventos deportivos. Y se ha llegado en seguida a una confrontación bastante dura entre las personalidades “políticas” de la Liga italiana y la organización FIFA, cuyo presidente es Joseph Blatter. En Italia la decisión de la sociedad y de los jugadores del Milan de abandonar el partido ha sido aceptada y vista de forma muy positiva. El presidente del Milan Silvio Berlusconi ha apoyado a su equipo, así como Cesare Prandelli, entrenador de la selección de fútbol de Italia, y el mismo Giancarlo Abete, presidente de la Figc, federación italiana de fútbol. Este último, después de un vértice en el parlamento italiano, se ha declarado a favor de un aumento de la pena para los crímenes de discriminación racial, la prohibición por parte de los culpable de asistir a eventos deportivos, y la posibilidad de suspender de forma temporal o definitiva los partidos. Además, Abete no se ha declarado preocupado por la eventualidad de cambios de calendarios y de recuperaciones de partidos.

De forma completamente distinta reaccionó Blatter a la noticia de la interrupción del partido. El presidente de la FIFA dijo que Boateng no debía irse del campo, que el jugador se equivocó con el gesto y que no era esta la solución adecuada para solucionar el problema.

Blatter está a favor de una tolerancia cero y de unas sanciones muy duras, pero no quiere dar demasiada visibilidad a esta minoría racista que acude a los partidos. También Clarence Seedorf, jugador de color ex compañero de Boateng en el Milan, declaró que abandonar el campo da poder a las minorías racistas.

Evidentemente Boateng sienta un precedente contra el racismo, una actitud y prejuicio inaceptable que sigue creciendo, especialmente ahora que la deletérea situación económica de muchos países hace que emerja el odio racial y se quiera expulsar a los inmigrantes, vistos como una amenaza en un mercado laboral siempre más pobre que puede llevar al extremo el sentimiento nacionalista y xenófobo.

El problema es muy complicado y difícil de solucionar, como admite el mismo Blatter. Evidentemente la mayoría de los aficionados de fútbol se comporta de forma correcta y no deben pagar las consecuencias por culpa de una minoría de idiotas que acude a los partidos. Y tampoco tienen que pagar los clubes de fútbol con partidos a puerta cerrada o con sanciones disciplinares y económicas. Por otro lado, sin una señal fuerte como la de Boateng, sin esta fuerza y coraje de parar un partido y decir ¡basta!, nunca se acabará con esta discriminación y nunca se adoptarán medidas adecuadas para no dañar a todos los que, a partir del deportista/hombre afectado, ven el deporte como una forma de relajarse, de relacionarse y de trasmitir valores.